martes, 9 de abril de 2019

Radiografía de un iracundo

Hoy es de esos días en los que la inspiración ha tocado a mi puerta, ¡y hay que aprovecharlo! La gente siempre cuenta cuando tienen bloqueos a la hora de escribir, pero no solemos contar cuando fluimos y salimos de las nubes del pesimismo. 

Después de unos días bastante agridulces, me reitero en el que el mayor enemigo que tenemos en la vida somos nosotros mismos. También podemos ser nuestro mejor amigo si elegimos tratarnos por el camino de la compasión. Pero no siempre es tan fácil, ¿no? Hoy os quiero hacer un destripamiento de mi patrón de personalidad, de cómo es la forma de pensar que tiene mi cabecita.

Foto de Nathan Cowley de Pexels

Dando en primer lugar unas breves pinceladas, me voy a auto-definir como iracundo. Básicamente tengo un problema con la gestión de la emoción de la ira -no solo con esta en realidad-, y esto me causa mucho sufrimiento en mi vida. La ira es una emoción, ni negativa ni positiva. Es simplemente una emoción. Parece que en la sociedad que vivimos no nos podemos permitir sentir las emociones que alguien se ha encargado de etiquetar como negativas, como la tristeza o la ira. Sin embargo, y como habréis comprobado muchos, "lo que resistes, persiste, y lo que aceptas te transforma", como dijo el psiquiatra suizo Carl Jung. 

¡Pero no os vayáis a pensar que mi ira es expresada! No, no, eso sería otro caso completamente diferente. Mi ira es reprimida y contenida. Está dentro de mí. La puedo sentir: puedo sentir realmente una bola de fuego en mi interior. Pero, ¿cuál es la consecuencia de acumular más y más ira en tu interior? El perfeccionismo y la crítica. 

Podría parecer que el perfeccionismo es una característica positiva en la sociedad orientada al trabajo en la que vivimos. Os aseguro que nada más lejos de la realidad: la batalla contra el perfeccionismo es la mayor batalla que he librado en mi vida, y es una batalla diaria. Si bien me ha ayudado a conseguir un alto rendimiento en cualquier cosa que me he propuesto, hay que saber ponerle límites. Es como tener una vocecita dentro de ti constantemente que te dice todo lo que debes hacer o tienes que hacer en cada momento, lo cual imposibilita cualquier espacio para la espontaneidad y la flexibilidad. Y esa vocecita, el superego en términos freudianos, no calla (casi) nunca, y siempre quiere más y más. Es insaciable.

Aquí la aceptación de los pensamientos es fundamental. Aceptar los pensamientos de ira, de miedo. Todos. Recuerda que tú no eres tus pensamientos y no eres ese juez que tienes en la cabeza.

¿Pero qué más hay detrás del perfeccionismo? ¿Por qué esa necesidad extrema y enfermiza de cambiar las cosas? Sencillamente porque no somos capaces de aceptar la realidad, no somos capaces de aceptar que las cosas son en este momento como tienen que ser. Y punto. Yo en mi cabeza tengo una serie de ideas sobre lo que es justo e injusto, correcto e incorrecto, bueno y malo. Y queremos cambiar la realidad, reformarla, mejorarla... Y si la realidad no sucede conforme a nuestro ideal, que ya os podéis imaginar cómo es de inalcanzable, viene la frustración y la crítica. 

El viaje del autoconocimiento es un viaje muy interesante e iluminador. Cuesta mucho escribir así sobre uno mismo, porque "pica". Duele bastante admitir que tienes tantas partes de sombra, de oscuridad, pero es así. Mi crecimiento pasa por cambiar la ira por serenidad, aprendiendo a aceptarme tal y como soy a mí, a los demás, y a la realidad.

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